lunes, 29 de junio de 2015

Gratificantes cosas del camino.

De camino hacia diferentes lugares, de la ciudad, del país o del mundo:

A través de autobuses, trenes, barcos o aviones, siempre habrá algún individuo: niño, adolescente o un adulto que se detendrá a observar el curso del camino contemplando así: Las montañas y su verdor, el cielo y su radiante vista acompañada de subes, edificios, monumentos, construcciones sin terminar, lugares bien poblados y otros abandonados, personas desconocidas: desorientas, perdidas o más certeras de lugar de lo que parece; La puesta del sol: El sol ocultándose, el sol saliendo del este de una hermosa colina o del fondo del mar, la luna salir, la luna esconderse, las estrellas, las estrellas fugaces, la espesa neblina; El volar de las aves; Aves emigrando, aves descansando, aves sin rumbo alguno que seguramente tienen más seguridad de hacia donde van que la persona misma que que las observa, el vaivén de las olas del mar; chocando, suave, fuerte; Los animales silvestres, desplazándose, alimentándose o simplemente posándose sobre un terreno firme y alejado, las gotas de  la lluvia: cayendo suave, cayendo fuerte o a punto de caer. Olfateando: el fresco roció mañanero, el aroma silvestre de de los arboles y de la tierra mojada, el viento suave o brusco golpeando el rostro ajeno o el rostro propio de aquel afortunado espectador que observa y siente las pequeñas pero gratificantes cosas del camino.     


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